¿Temor a la oscuridad tal vez?



-          ¿Dónde estamos?
-          ¿Qué me preguntas?
-          Que donde estamos.
-          Yo que sé. Abre los ojos.
-          Los tengo abiertos, pero no veo nada.
-          ¿seguro que los tienes abiertos?
-          ¿Si no me crees, porque no abres los tuyos?
-          Me da pereza. Pero es cierto. No hay nada. No veo nada. Mierda, que oscuro está todo. ¿Que hicimos anoche, para terminar en esta cueva?
-          No lo recuerdo. Estábamos en la casa viendo una película de vampiros, pero no de los maricas de Twilight. Una adaptación de una Nórdica. Creo que era “Let me in”. ¿Eso nos dejaría ciegos?
-          Con ese comentario, aparentemente nos dejó estúpidos. Aunque no sé qué tan jodidos debemos estar para que lo IN, sean los zombies y no los vampiros. Culpo a quien escribió la saga de vampiros homosexuales, brillantes y románticos.
-          Creo que es mejor culpar a la sociedad, que al escritor. Porque Bram Stoker hizo muy buen trabajo y nadie lo culpa por eso.
-          Sus vampiros no brillan, y eran trascendentales. Casi poseían una razón de ser. Los otros, no.
-          Nos salimos del tema. ¿Donde putas estamos y porqué tan oscuro?
-          ¡Yo qué coños voy a saber! Esperáte: ¿No bebimos licor adulterado, o sí?
-          Sopláme un ojo.
-          ¡Qué huevón sos! ¡No vemos ni mierda y me pides que te sople un ojo!
-          Sigue el sonido de mi voz.
-          Eso sonó a comentario de sirena de la literatura y luego,¡ JUAZ! Me muero.
-          ¡No seas imbécil! ¡Y tomate en serio esta oscuridad!
-          Está bien. Pensemos con cordura. Estamos muertos y nos andamos haciendo compañía.
-          No creo que a uno le permitan viajar por pares para hacer más llevadero el viaje al otro mundo.
-          ¿Tú que sabes? De pronto estábamos conduciendo y nos salimos del camino.
-          ¡IDIOTA! ¿Con carro de donde, si somos expertos andando en bus? ¡Pobretón venido a más!
-          Ok. Está de madrugada y hay un apagón en toda la ciudad.
-          Tiene sentido. ¿Tenés el celular a la mano? ¿Para que intentes averiguar la hora?
-          Cachos. Nada. Marica, ¿dormimos en el piso? No encuentro cobija o colchón. Ni decir de almohada.
-          ¡No me digas eso ome, que se me pone la piel de gallina!
-          ¡Las pelotas! ¿Dónde estás? ¡Yo con este susto, no me quedo!
-          Pues estoy al frente tuyo. Sigue mi voz.
-          ¡Claro hijo de puta! ¿¡Si lo digo yo, es mala idea, pero si sos vos, sigamos la corriente!?
-          Está bien. Intentemos mover las manos a la loca a ver si nos tocamos.
-          ¡Nada! Puro aire.
-          Tranquilicémonos. Pensemos con claridad. No hay luz, no hay muebles, ni hay eco. Menos ruido o probabilidades de animales y/o insectos alrededor. Y estamos solos, porque nadie más replica. A todas estas: ¿vos quien sos?
-          Mauro, y ¿vos?
-          Marica tan bobo. Mauro soy yo. ¿En serio, cuál es tu nombre?
-          ¡A jugar a la manga! Yo soy Mauro.
-          ¿Ah? La joda que nos parió. Mejor durmamos. Que si ambos somos "yo", no hay como responder por esta locura.

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