En tiempos como estos, en los que
la complacencia personal, y el culto por lo ridículamente obsceno de la
cotidianidad, se han convertido en modelos a seguir, uno se pregunta: ¿Que es
lo realmente importante? ¿Qué o cual podría ser el motor que puede empujar una
empresa creativa, cuando lo que vende, carece de creatividad? La fórmula de los
“Reality Shows”, y la amplia falta de discernimiento de los medios como
emisarios de lo que la sociedad necesita, han socavado la espina dorsal de la
cultura, sintiéndose un retroceso casi a nivel de pictogramas de cueva. Por
ejemplo: a nivel local tenemos (de lo poco que escucho se ve a mi alrededor): Colombia
Next Top Model, Protagonistas de Novela, el Factor X, Gran Hermano, la Voz,
etc. A nivel internacional esta: Jersey Shore (cancelado, por fin), American
Idol, America’s Next Top Model, cualquiera de los shows de Gordon Ramsey de
cocina, los horrores de las Kardashian, y así, muchos otros que carecen de una
complejidad narrativa y que solo están ahí, para provocar al televidente, no
para provocar algo específico, en la premisa, “Que hablen bien, que hablen mal,
con tal de que hablen”.
Los canales ya no se dan tiempo
de analizar la información, de estructurar la misma, de aprender ni de
transmitir con detalle lo que ocurre a nuestro alrededor, convirtiendo la vida
misma en un error amarillista, redundante, molesto e intrusivo. Los redactores,
como los periodistas olvidaron como es la correcta gramática, como es el uso
correcto de las palabras, tanto dichas, como escritas y esas conductas, son
emuladas por niños, como por adultos, desde impúberes, hasta por concejales. Es
como estar en un comercial del venezolano de “The book’s on da table”, pero en
español.
Y no solo eso. Que las noticias
locales se lleven menos de 30 minutos, los deportes casi 25 minutos y el jet
set casi una hora, deja mucho que desear sobre lo que realmente nos dan a los
televidentes.
Hemos llegado al punto en que
nuestra historia nos es vendida como novela (Pablo Escobar), donde la gente se
apasiona sobre cómo va la aventura, olvidando que en muchos casos, esos sucesos
de lunes a viernes, en los 30 minutos de transmisión, ya los habíamos vivido.
Ahora bien, el mal manejo de los que se considera horario familiar para
transmitir novelas con alto contenido de violencia o sexo, a veces ambos, y
donde los “nuevos padres” no entienden que hay contenidos que NO se les debe
permitir a los niños, situando de nuevo en la mira de los infantes “lo que
quiero ser cuando grande”, los trabajos de “traquetos”, sicarios, “lava perros”,
narcos y todo aquello por lo que nuestro país ha sido estigmatizado por los
últimos 40 años, sin sentir el más mínimo ápice de remordimiento. Casi como un crimen
sin víctimas (inmediatas).
Es por esto que hace tanto tiempo
avoqué toda mi atención a los seriados norteamericanos, donde la ciencia
ficción es la línea conductora de la historia de los personajes; donde la
realidad, por más extraña que fuera, era más llevable que el diario vivir de mi
país; que por más heridos que los personajes estuviesen, volverían a la
siguiente semana a afrontar nuevamente situaciones impensables. Sin embargo,
esto no siempre es suficiente.
No creo ser de los que puede
aportar nada novedoso y/o innovador al medio audiovisual, porque estoy
parcializado tanto en gusto, como en narración, pero como fiel degustador de la
caja idiota, debo admitir, que estamos en tiempos bastante desesperanzadores
para el material historiográfico que le dejaremos a las generaciones venideras.
No me imagino un “Re-Run” en 20 años de “teen Mom”, o de “Cheaters”, o de alguna
de las novelas de los canales nacionales; con decir que en el presente, me he
quedado viendo con beneplácito las repeticiones de “Don Chinche” sobre los
noticiarios, porque la verdad, tiene más que decir desde el pasado don Héctor Ulloa, que el fiscal general
de la nación.
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