Desde hace casi un año, no escribo
nada. No es por falta de inspiración, solo de enfoque.
Los días se hacen monótonos,
letárgicos, y a veces, esa nube de tedio, fortalece los bloqueos de
inspiración.
¿Pero, que puede ser inspiración?
Un espasmo de idea con ganas de concreción, puede ser una manera de ver: el
cómo una idea se sintetiza en frases conclusas e interconectadas en sentido
mundano. Un sentimiento (de diversas índoles, pueden ser buenos, pero con
posibilidad que esos pensamientos positivos sean sosos, encalambrados y hasta
melosos de manera negativa; o de los negativos: de esos que desgarran el alma,
que desnudan la mente y ennoblecen: y/o martirizan a el escritor, o a la musa –si
ese es el caso).
O el solo escribir todo lo que
nuestra mente pueda “escupir” sin procesar para dejar que el proceso de
escritura sea tan puro como nos sea posible (en la película “Finding
Forrester” lo recomendaba el personaje de Sean
Connery, y al James
Bond, le creo). Y dicho eso, es lo que ando tratando de hacer: regurgitar
lo que mi cerebro trata de entender luego de haberlo execrado de los rincones
de las neuronas albergadas en los subterfugios de mi cerebro. Como ejercicio, puede
ser bueno. Como método catártico, puede ser viable. Como forma artística:
discutible. Como arte literario, no tiene cuando. Como gusto personal, es
manejable. Como expresión personal, es el propósito, así, que aún, por mínimo,
escribiré algunas líneas diariamente, y luego, haré un balance.
PEACE OUT.
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