De lo que no hablamos

Todos tenemos “huesos en el armario”. Algo que ocultar al mundo. No necesariamente implica  cadáveres o cosas GORE. Aplica a  nuestros demonios. Nuestras debilidades. Todos tenemos uno. No es una regla, pero es una realidad. No es como decirle a los papás “soy un espía”, o a la novia que llevamos una doble vida con identidad secreta incluida. Puede ser algo/alguien que nos avergüence; un pariente, amigo, conocido, amante. Un escrito. Una foto. Un video (tengo uno en Chicago, en el cual aparezco besando a una mujer de la tercera edad en una finca en Barbosa; y he contado tanto esta historia, que dejó de ser secreto hace años. Un saludo a la NENA).

Secretos que se ventilan sin querer: un amigo durmió con la mamá de otro amigo. Otro, terminó casándose con la que era la novia del “parcero” de toda una vida. La novia de un conocido lo abandonó por su mejor amiga. Son cosas que pasan, pero no queremos que nos persigan. Que nos atormenten. Pero están ahí.
Sin embargo, aquello que escondemos más, tiende a mordernos el culo con más saña que el más feroz de los animales. Y no hay porqué cundir al pánico y hacer algo estúpido como hacer una declaración -explicativa que nadie ha pedido-, ni porqué atormentar a quien no se lo merece narrando en detalle sucesos del pasado; pero cuando no hay otra solución, la verdad será nuestro verdugo.

 He procurado divulgar los míos para que no me salten desde el desván a romperme la espalda a mansalva. Mi abogada conoce la mayoría, pero igual, guardo cosas para mí. Hay cosas que son propias y algunas de ellas, no fueron hechas para ver nuevamente la luz del sol, ni para volver a recorrer los rincones oscuros de nuestro pasado para hostigar nuestro presente. La vida se complica demasiado pronto; demasiado feo; demasiado.
La honestidad vale. La privacía, vale más.

Aún tengo “muertos” en mi desván, pero son solo míos; solo me acosan a mí. Solo yo los puedo ventilar (si lo decido). Pero mejor, seguiré pagando el osario esperando a que el día de mi muerte, saquen los restos.

3 comentarios:

  • Juandiz | 24 de enero de 2011, 9:21

    Yo igual aun tengo alguno de mis muertos escondidos en el armario. Pero la verdad, a veces prefiero, ventilarlos y evitar puñaladas rastreras por la espalda.
    Es quizás mas fácil si los demás saben hasta donde puedes llegar o que es lo peor que has hecho, que tener que esconderse por los actos y hechos cometidos en algún momento de la vida, bien sea bajo los efectos de las muchas cosas que hemos tomado, inhalado o fumado.

  • Unknown | 24 de enero de 2011, 21:48

    Este comentario ha sido eliminado por el autor.
  • Unknown | 24 de enero de 2011, 21:50

    Por hay dicen que nada es lo que parece ser........ empuñas tanto la moneda que traspasa la piel y desaparece....lo pienso aún para decifrarlo.... como aquel otro, por cierto muy apropiado dice.... "entre el cielo y la tierra no hay nada oculto"... pero esto, mas tus lineas, solo aplican a un determinado tipo de personas.. honestas o guevo... las que poseen conciencia.. si esa vaina ambigua, que al parecer no muchos tienen y por eso sus demonios simplemente nunca serán permeados por la VERDAD. o en el mejor de los casos el remordimiento. en fin cada cual que cargue con sus muertos..........incoherentemente Violeta.

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