Me encontré con una amiga.
Pasa por un mal momento de relación. Algo que muchos hemos pasado-vivido-estado-superado. Pero eso no quiere decir que esté bien, o que sea fácil.
Aprendí, que para que una relación marche, la honestidad debe ser parte fundamental y estructural del día a día de la misma relación. Al menos, he tratado de ser lo más frontal con mis cosas de lo que cualquiera hubiese querido. Los secretos, tarde o temprano, vendrán a mordernos el trasero; y yo prefiero que la mordida sea leve. No me gustan las marcas que YO mismo no me he buscado.
Como mucho de mi personalidad, me avoco a los medios para tener una idea de lo que busco, o de cómo quiero accionar frente a una situación, aunque las fuentes, sean netamente ficticias, y lo que aprendí en ellos, es que no todo marcha con unas risas de fondo, pero que vale la pena intentarlo. Y una de las cosas que siempre he querido tener, es una relación como la de HelenHunt y Paul Reiser en “MAD ABOUT YOU”. Envidié el nivel de entendimiento que esos dos personajes tienen. El humor con el que se comunican y la forma cadenciosa con la que pueden unir no solo una mala situación, sino a sus poco convergentes familias. No son infalibles, porque tratan de ser y emular lo más cercano posible a la realidad de lo que les es viable a los guionistas, pero igual, siguen siendo caracteres de ficción. Cuando pelearon en la 5ta temporada, por poco veo la única pareja que respetaba, envidiaba y tenía como epítome emocional, terminar sus días por un desliz sin sentido.
Pero, ¿quién no ha sentido uno de esos? La carne es débil, se pudre, y corroe lo que está a su alrededor. Pero la mente, tiene que aprender a manejar esas vainas. Se supone que somos seres consientes. Deberíamos actuar como tal.
Siempre habrá gente más linda, atractiva, emocionante allá afuera, donde no somos pareja de alguien, sino individuos. Pero el hecho de ser seres pensantes, individuales, no nos da el derecho de hacer lo que nos venga en gana. Cuando estamos en pareja, debemos pensar en 2. Ya dejamos de decir: “Voy a salir de juerga”, para decir, “vamos de juerga”; Ya no salimos con los cuates, para salir en parejas; dejamos de lado ir a la peluquería por media hora, para salir de “actividades varias” que incluyen, la manicura y el corte de cabello, y todo con el beneplácito de nuestras parejas.
Nunca pensé que yo sería parte de algo más que la mugre de mi camastro, o que la única que me querría sería mi abuela (con quien nunca hablo). Sentirse parte de algo más que de la cuota de servicios es lindo, y más lindo si es algo que es gratis (salidas a cine no incluidas).
Mi novia ha ejercido una gran y fuerte influencia en mi cotidianidad. Me hace querer ser mejor (UNO NO CAMBIA, MEJORA, no se engañen, ni engañen por eso) y todos los días procuro no entorpecer dicha misión (por eso evito llamadas maternas, paternas, de hermandad, de deudas, de idiotas y de Germán).
A todas estas, con todo ese aprendizaje, y ese volumen de mejoras, hay que decirlo, el crecimiento de pareja y en pareja, es inevitable; ya uno no piensa en “que chidos esos jeans” sino, en “¿a mi novia le gustarán esos Jeans?”; o “¿me seguirá amando si me hago poner unos expansores en las orejas?” ó un clásico como “¿si me tatúo su nombre en la ingle, le gustará?”. Ya uno deja de estar en función de uno mismo para estar en función del equipo. Uno nunca oye a un jugador de fútbol (hablando de analogías para los menos entendidos y que les gusta ese deporte) hablar por si mismo del juego, sino en son del equipo, no es porque se sienta obligado, no solo porque le pagan, no solo porque los ve todos los putos días, suda con ellos, se ducha en el mismo espacio con ellos; es por mucho más; es porque siente pasión por lo que hace, con quien lo hace, siente amor por lo que significa ser parte de algo que le da identidad, que le da pertenencia, y le da sentido más allá del deber, del estar y del querer.
No las hagamos aparte. No las hagamos sentir ajenas de algo en lo que ya están comprometidas; no las excluyamos si de verdad queremos que estén a nuestro lado; no hay excusas; si la relación es mala, terminémosla, no prolonguemos lo inevitable; si es lo mejor que hemos tenido, valorémoslo y no dejemos que todo se marchite, que todo ejerza un peso de caída inevitable, y démosles el lugar, la valía que esas personas que queremos y nos quieren, merecen.