Bueno. Perdido, pero no muerto.

¿Qué querían en su infancia ser cuando fueran grandes? ¿Alguien lo recuerda? ¿Algo parecido con ser bombero, policía, doctor, limpia chimeneas? (tuve una alta influencia por parte de cuentos ingleses y uno que otro francés).

¿Alguien recuerda haber trazado algo para su vida iniciando con su infancia? ¿Algo que relacionara su vida con lo que son ahora? ¿Si es así, son lo que esperaban? ¿Se les acerca? 

He tratado inútilmente de recordar que putas era lo que YO esperaba ser cuando grande, siendo niño. Vagamente viene a mi memoria que quería ser inventor (traté de realizar un insecticida de forma infructuosa, además, no me quedó gustando eso de matar animales, por pequeños que fueran). Cada vez que veía los Magníficos (The A-Team), quería ser militar con experiencia en demoliciones; Cada vez que veía el auto fantástico (The Knight Rider), quería ser chofer para conocer el mundo a travez de las carreteras; con McGyver, el mismo cuento (tarde me enteré que el cabello de mapache era un espía, y solo Budhha sabe en qué estaba especializado, solo que sabía de ciencia tanto como cualquier ratón de laboratorio de la NASA). Ni decir lo que me provocaban las series más viejas que veía. Hasta con la Isla de Gilligan tenía ideas de que quería ser y hacer. Ahora, en mis 30’s, lo que quiero hacer, es televisión. No lo pude entender al principio, pero ¡las señales estaban!.

La época escolar es poco útil para visualizar qué diablos haremos en la adultez. Y la orientación en el bachillerato, tampoco fue muy buena. Viví en zona rural, estudié en un seminario, y tenían tanto poder de convicción (valga el espantoso ejemplo y lo perdonaran de antemano) como prostituta barata a la entrada de una iglesia.

En mis últimos años de bachillerato, opté por la Ingeniería Agronómica en la Universidad Nacional, sede Medellín (hice "El Vigía de la Salud" en la UMATA de Girardota y de ahí, la brillante idea); sin embargo, compré el formulario del Politécnico Colombiano JaimeIsáza para Producción de Televisión; Pero el examen fue tan risible, que no me sentí  a gusto con seguir esa carrera. Igual, tampoco seguí con la agronomía (si en bachillerato, en clases de cálculo, física y química, te califican EL ESFUERZO Y NO EL PROCEDIMIENTO, una ingeniería será tan cómoda y viable como tener sexo en la playa con una coraza de coral).

El tiempo pasó… Y el resultado académico de SU servidor en 2 años de estudio fue (solo con Cálculo), tercereando, la necesidad de sacar una nota de 6.4 (cuando la nota máxima era 5.0) para poder seguir en la carrera. Obviamente, desistí de la ingeniería. 

Trabajé por cerca de 2 años largos, en lo que apareciera (y a gusto en la cafetería de mi padre), hasta encontrar el “momentum” para volver a estudiar.

Nuevamente me vi en las manos de lo académico: Me presenté cerca de 3 veces a la U. de A.a comunicación social, nunca pasé; pero a la Nacional, como si me guardaran el cupo, pasaba, ésta vez, a ciencias humanas y económicas (HISTORIA). También me presenté a el Politécnico a Producción de TV, pero tuve que tomar una decisión administrativa: Costos de entidad pública, o apretarme con la inflación de entidad a “medio” privatizar. Ganó entidad pública.

Traté y traté de encaminarme a los medios, pero para los historiadores, hablar o estar frente a una cámara, es como someterlos a la guillotina de la que hablan más de la mitad de los textos que leemos en primer año. Lo único que recibí, fueron negativas, molestias, dolores de cabeza, metidas de pata y perdida de papeles. Al final de la carrera, salí, sin pena ni gloria por la puerta trasera del escenario. 

CONSEJO: NUNCA, y digo NUNCA SE ENEMISTEN CON LA SECRETARIA (o ninguna secretaria), porque eso es peor que golpear a un presidente (cualquiera) en los testículos, no lo mata, pero te arruinará la vida. “Been there, Done that”…

Ah, y de los medios, algo he hecho al respecto, nada personal, siempre para terceros, pero todo realizado con mucho afecto, con el que, dicen, solo puede identificarse un padre. (Ya he dicho que no quiero hijos, pero las obras, son como aquél que no quiero tener).

Dicen que nunca es tarde para empezar aquello que nos gusta, pero el problema nunca ha sido el tiempo; son el espacio, los recursos ($$$$$) y la disponibilidad mental para todos ellos. Los tiempos de autodescubrimiento debieron ocurrirme a más temprana edad. Claro que de este tipo de situaciones, hay películas muy bien recibidas: Invencible y The Fighter, ambas protagonizadas por Mark Wahlberg (en los papeles de Vince Papale y en la del boxeador Micky Ward, porqué  no hay por donde identificarme con Dicky); In Porsuit of Happiness (Mucha mierda la que Christopher Gardner que tuvo que ingerir para ser uno de los acaudalados hombres de bolsa); PATCH ADAMS (basada en la vida del doctor Doherty Hunter"Patch" Adams, quien tuvo que verse al borde del suicidio para ser uno de los mejores médicos del mundo.)

Aparentemente, para tener algo de reconocimiento, dinero y éxito, hay que perder todo lo material, ser lanzado a la calle, llegar a vivir en estaciones de metro, ser internado en clínicas de “reposo”, dejar que alguien 15 kilos más grande y pesado nos golpee, perder el autoestima, que la mujer nos deje, y que el pariente más cercano viva en la India.

Pero siendo honestos, la idea de no desfallecer buscando aquello que queremos lograr, por más que tropecemos, debe ser logrado y conseguido. Tal vez no lleguemos a ser los protagonistas de ninguna cinta, pero si lo seremos de la “película” de nuestra vida. Tropezamos, pero nos levantamos. Miramos adelante, damos dos pasos, retrocedemos uno, pero seguimos adelante, hasta que la colina deje de serlo. 

Las oportunidades están ahí, los amigos están ahí. Solo hay que juntarlos y crear.
Bueno. Perdido, pero no muerto.

¿Qué querían en su infancia ser cuando fueran grandes? ¿Alguien lo recuerda? ¿Algo parecido con ser bombero, policía, doctor, limpia chimeneas? (tuve una alta influencia por parte de cuentos ingleses y uno que otro francés).

¿Alguien recuerda haber trazado algo para su vida iniciando con su infancia? ¿Algo que relacionara su vida con lo que son ahora? ¿Si es así, son lo que esperaban? ¿Se les acerca? 

He tratado inútilmente de recordar que putas era lo que YO esperaba ser cuando grande, siendo niño. Vagamente viene a mi memoria que quería ser inventor (traté de realizar un insecticida de forma infructuosa, además, no me quedó gustando eso de matar animales, por pequeños que fueran). Cada vez que veía los Magníficos (The A-Team), quería ser militar con experiencia en demoliciones; Cada vez que veía el auto fantástico (The Knight Rider), quería ser chofer para conocer el mundo a travez de las carreteras; con McGyver, el mismo cuento (tarde me enteré que el cabello de mapache era un espía, y solo Budhha sabe en qué estaba especializado, solo que sabía de ciencia tanto como cualquier ratón de laboratorio de la NASA). Ni decir lo que me provocaban las series más viejas que veía. Hasta con la Isla de Gilligan tenía ideas de que quería ser y hacer. Ahora, en mis 30’s, lo que quiero hacer, es televisión. No lo pude entender al principio, pero ¡las señales estaban!.

La época escolar es poco útil para visualizar qué diablos haremos en la adultez. Y la orientación en el bachillerato, tampoco fue muy buena. Viví en zona rural, estudié en un seminario, y tenían tanto poder de convicción (valga el espantoso ejemplo y lo perdonaran de antemano) como prostituta barata a la entrada de una iglesia.

En mis últimos años de bachillerato, opté por la Ingeniería Agronómica en la Universidad Nacional, sede Medellín (hice "El Vigía de la Salud" en la UMATA de Girardota y de ahí, la brillante idea); sin embargo, compré el formulario del Politécnico Colombiano JaimeIsáza para Producción de Televisión; Pero el examen fue tan risible, que no me sentí  a gusto con seguir esa carrera. Igual, tampoco seguí con la agronomía (si en bachillerato, en clases de cálculo, física y química, te califican EL ESFUERZO Y NO EL PROCEDIMIENTO, una ingeniería será tan cómoda y viable como tener sexo en la playa con una coraza de coral).

El tiempo pasó… Y el resultado académico de SU servidor en 2 años de estudio fue (solo con Cálculo), tercereando, la necesidad de sacar una nota de 6.4 (cuando la nota máxima era 5.0) para poder seguir en la carrera. Obviamente, desistí de la ingeniería. 

Trabajé por cerca de 2 años largos, en lo que apareciera (y a gusto en la cafetería de mi padre), hasta encontrar el “momentum” para volver a estudiar.

Nuevamente me vi en las manos de lo académico: Me presenté cerca de 3 veces a la U. de A.a comunicación social, nunca pasé; pero a la Nacional, como si me guardaran el cupo, pasaba, ésta vez, a ciencias humanas y económicas (HISTORIA). También me presenté a el Politécnico a Producción de TV, pero tuve que tomar una decisión administrativa: Costos de entidad pública, o apretarme con la inflación de entidad a “medio” privatizar. Ganó entidad pública.

Traté y traté de encaminarme a los medios, pero para los historiadores, hablar o estar frente a una cámara, es como someterlos a la guillotina de la que hablan más de la mitad de los textos que leemos en primer año. Lo único que recibí, fueron negativas, molestias, dolores de cabeza, metidas de pata y perdida de papeles. Al final de la carrera, salí, sin pena ni gloria por la puerta trasera del escenario. 

CONSEJO: NUNCA, y digo NUNCA SE ENEMISTEN CON LA SECRETARIA (o ninguna secretaria), porque eso es peor que golpear a un presidente (cualquiera) en los testículos, no lo mata, pero te arruinará la vida. “Been there, Done that”…

Ah, y de los medios, algo he hecho al respecto, nada personal, siempre para terceros, pero todo realizado con mucho afecto, con el que, dicen, solo puede identificarse un padre. (Ya he dicho que no quiero hijos, pero las obras, son como aquél que no quiero tener).

Dicen que nunca es tarde para empezar aquello que nos gusta, pero el problema nunca ha sido el tiempo; son el espacio, los recursos ($$$$$) y la disponibilidad mental para todos ellos. Los tiempos de autodescubrimiento debieron ocurrirme a más temprana edad. Claro que de este tipo de situaciones, hay películas muy bien recibidas: Invencible y The Fighter, ambas protagonizadas por Mark Wahlberg (en los papeles de Vince Papale y en la del boxeador Micky Ward, porqué  no hay por donde identificarme con Dicky); In Porsuit of Happiness (Mucha mierda la que Christopher Gardner que tuvo que ingerir para ser uno de los acaudalados hombres de bolsa); PATCH ADAMS (basada en la vida del doctor Doherty Hunter"Patch" Adams, quien tuvo que verse al borde del suicidio para ser uno de los mejores médicos del mundo.)

Aparentemente, para tener algo de reconocimiento, dinero y éxito, hay que perder todo lo material, ser lanzado a la calle, llegar a vivir en estaciones de metro, ser internado en clínicas de “reposo”, dejar que alguien 15 kilos más grande y pesado nos golpee, perder el autoestima, que la mujer nos deje, y que el pariente más cercano viva en la India.

Pero siendo honestos, la idea de no desfallecer buscando aquello que queremos lograr, por más que tropecemos, debe ser logrado y conseguido. Tal vez no lleguemos a ser los protagonistas de ninguna cinta, pero si lo seremos de la “película” de nuestra vida. Tropezamos, pero nos levantamos. Miramos adelante, damos dos pasos, retrocedemos uno, pero seguimos adelante, hasta que la colina deje de serlo. 

Las oportunidades están ahí, los amigos están ahí. Solo hay que juntarlos y crear.